miércoles, 8 de febrero de 2012

Las canteras de La Pedriza

Se esperaban fuertes vientos del noreste, posibles precipitaciones y frío intenso. Sin embargo, allí estábamos, a las ocho y media de la mañana, en las inmediaciones de La muela, en torno a los cero grados y viendo al sol salir con timidez
Amanece en la sierra

Casi de sopetón, aparece la grieta a nuestros pies, oculta tras la maleza. Mejor no ir muy despistado porque hay una caída de un par de docenas de metros hasta el fondo. Hasta no hace mucho, para descender había que utilizar obligatoriamente unas cuerdas colocadas allí ex-profeso. Junto a las cuerdas, unas almas caritativas han colocado troncos y ramas de tal manera que es posible bajar sin emular a Indiana Jones descolgándose por un acantilado. Una vez abajo, impresiona recorrer el lugar a través del estrecho pasillo que queda entre sus verticales paredes barrenadas y taladradas aquí y allá por útiles de escalada. La ausencia de ruidos y la luz cenital crean un ambiente muy especial que invita a la meditación, la fotografía o, simplemente, a dedicarse a la contemplación un rato dejando pasar el tiempo, preguntándote qué días del año y aqué horas entrará directamente la luz del sol en aquélla singular grieta a la que Senderisbook ya dedicó un artículo en la sección
 Puntos de Interés.Con el coche aparcado junto a la Finca Los Aljibes, bien abrigados y pertrechados y con los crujientes churros y el buen café del Nico dándonos calor interno, comenzamos la subida hacía la Grieta Los Algibes, apenas unos minutos que nos sirven para entrar en calor. Lo primero, cruzar el Arroyo de Santillana ayudados por un cable y poco más tarde tomando un desvío a la derecha por una senda que se sale del camino principal.
La Grieta de los Algibes
Con la honda impresión creada por la visita a la grieta, salimos de ella por donde entramos y la recorremos desde lo alto por su borde izquierdo sentido oeste. El borde derecho queda dentro de una finca particular, donde puede verse la entrada a la cueva El Abrigo de los Algibes con pinturas neolíticas que se encuentran protegidas por una reja que tapa la entrada a la cueva para evitar vandalismos.
El embalse de Santillana y las 4 torres
Remontando con dificultad el Arroyo de Santillana a través de una ruta marcada con circunferencias negras y tras algún despiste que otro a través de densos jarales y piedras inabordables, llegamos al nacimiento del arroyo, lugar desde el que el camino se hace más fácil debido al cambio de vegetación, de espesos arbustos a rastreros piornales, y donde la piedra es más menuda y la amplitud del terreno te permite tomar mejores decisiones.
Cabra montesa
Tras llegar al paraje conocido como Peñas Santas, a casi 1.500 m de altura, vemos una especie de puerta natural formada por una abertura en un muro de rocas desde donde podemos ya divisar la lejana Najarra a la derecha y la más cercana Pared de Santillana más a la izquierda.
La puerta de Peñas Santas
Virando al oeste, seguimos una senda que transcurre por una curva de nivel que va buscando el camino que viene del Yelmo al Collado de la Dehesilla. Este camino de umbría tiene zonas con un palmo de nieve, pese a no haber nevado aún este año, formadas seguramente por los depósitos de las nocturnas ventiscas y la falta de rayos solares directos que las derritan. Gracias a esta nieve de umbría, podemos reconocer fácilmente el paso de las cabras montesas por sus huellas y algún otro resto cuya descripción sobra.
Huella de cabras
Antes de llegar al "cruce" con el camino que viene del Yelmo, la senda se cortará abruptamente pareciendo que no sigue y sembrando el desconcierto en el que pase por allí por primera vez. La solución a este juego de orientación es bajar por un agujero vertical de unos tres metros y pasar a rastras bajo una gran piedra, con las inevitables fotos, pulgares hacia arriba, dedos con señal de victoria, sonrisas y demás gestos que suelen seguir al descubrimiento y superación de este tipo de accidentes del terreno.
El túnel
Poco después de pasar por el "túnel", acabaremos encontrando el cruce y con él veremos aumentar grandemente la densidad de población ya que pasamos de un camino poco transitado a uno muy transitado por paseantes, senderistas, montañeros y algún despistado ataviado con sus resbaladizas Kelme de ir a comprar el periódico.
Por la umbría hacia el Collado de la Dehesilla
Ya en el Collado de la Dehesilla (1.445 m), viramos hacia el oeste y nos ponemos a cubierto de la superpoblación humana del collado y sus frías corrientes de aire comenzando una bajada hacia Soto del Real por el Arroyo de Coberterosque ya no dejará de descender hasta el coche con vistas al Embalse de los Palancares. Pero antes de que eso ocurra, nos esperan dos cosas de gran importancia: el ángelus (bocadillo y frutas a las doce de la mañana cuyo trámite puede cómodamente ser realizado en unas piedras convenientemente orientadas al sol del invierno y cerca de un magnífico acebo) y una visita a la Gran Cantera del Jaralón, ciclópea explotación de piedra ya en desuso cuyos restos y contemplación merecen unos minutos de parada y toma de fotografías, así como un artículo aparte en Senderisbook.
Cantera de La Jarosa
Continuamos por el ramal de la GR-10 descendiendo por su curva hacia el sur por el llamado monte Las Pedrizas, El Rincón y El Jaralón, contemplando en el horizonte, de izquierda a derecha, La Najarra, El Cerro de la Berrocosa y el refulgente embalse de Santillana mientras charlamos animadamente sobre lo solitario del comienzo de la ruta y lo interesantes y variados puntos de interés observados durante la mañana, con un objetivo bien claro en mente y que nunca debe faltar a la conclusión de una ruta serrana: el aperitivo.
TRACK DE LA RUTA:

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